A estas alturas, ¿quién duda del poder transformador de la educación? En Mujeres Jóvenes de la Región de Murcia: 8 de marzo (MUJOMUR) reivindicamos que la educación es la mejor herramienta para prevenir la violencia de género y en la pareja, así como para construir relaciones sanas, responsables y saludables en la adolescencia y juventud. Desde esta perspectiva, se sustentan gran parte de nuestras acciones, como es el caso del Proyecto Ni cuentos con perdices ni novelas rosas.

Durante el curso 2024/2025 hemos desarrollado esta iniciativa en los IES Mariano Baquero (Murcia) e IES Poeta Sánchez Bautista (Llano de Brujas), con el alumnado de 3º y 4º ESO, y Formación Profesional (FP). El proyecto, financiado por la Consejería de Política Social, Familias e Igualdad, en el marco de las actuaciones del Pacto de Estado contra la violencia de género, establece como objetivo prioritario mejorar y ampliar la educación en igualdad entre las y los jóvenes, para así contribuir a la erradicación de la violencia de género y la promoción de los buenos tratos.

En esta edición el proyecto ha mantenido sus 10 sesiones teóricas.

La prevención de la violencia de género y la educación en igualdad no puede reducirse a acciones puntuales y anecdóticas en un curso escolar. La prevención de la violencia de género y la educación en igualdad precisa de un acompañamiento continúo e integral del alumnado en su etapa educativa, incrementándose la atención en las edades de mayor riesgo, esto es, cuando se inician los primeros noviazgos. Si bien, la iniciativa ha experimentado algunos cambios. En primer lugar, los contenidos se han dividido en dos bloquees temáticos: (1) Cancela el machismo (2) Felices sin perdices. En segundo lugar, se ha abordado el contexto actual de la violencia de género, con el objetivo de ampliar la visión crítica del alumnado y evitar que la desinformación arrase sus biografías y minimice la importancia de la igualdad de género en la convivencia social.

Prevenir la violencia de género en la adolescencia no debe considerarse una acción revanchista de las mujeres o un enfrentamiento de ellas contra ellos. Están surgiendo, en Europa y en todo el mundo, movimientos autoritarios, coercitivos y misóginos que están amenazando a la igualdad de género y a los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBI+, así como a los valores europeos más amplios relacionados con los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho. A través de las redes sociales, estas ideas permean con mucha facilidad en los jóvenes.

Prueba de ello es la aparición del fenómeno ‘manosfera’ (Kuhar y Patternote 2017; Dietze y Roth, 2020), el cual actúa como una cámara de eco afectiva (Eslen-Ziya et al., 2019) y se encuentra influido por la consolidación de bilis digital contra mujeres que defienden valores igualitarios y feministas (Jane, 2012).

La manosfera es un conglomerado de subculturas digitales misóginas caracterizadas por el uso de discursos misóginos y alimentados por teorías conspiratorias antigualitarias.

En la manosfera se encuentran los nuevos referentes de muchos varones jóvenes: gurús de la seducción (PUA), hombres que siguen su propio camino (MGTOW), activistas de los derechos de los hombres (ADH), célibes involuntarios (INCEL), youtubers misóginos, usuarios de Forocoches e Hispasexy. Pese a la variedad, todos comparten una serie de características: victimismo masculino, nostalgia del pasado, creencia de pérdida de derechos, sentimiento de pérdida de privilegios, perpetuación de estereotipos de género e ideas misóginas, promoción del gender-trolling.

Resulta fundamental contrarrestar estas maniobras reaccionarias y abordarlas en clave de género: los varones están siendo socializados en una tecnocultura altamente tóxica e internet se está convirtiendo en un territorio hostil para las mujeres a medida que crece la misoginia online y el negacionismo de la violencia de género. Además, existe una conexión de la manosfera con otras formas de odio como la LGTBIfobia y la islamofobia.

La manosfera es el resultado de la misoginia, pero también es un espacio que evidencia la crisis de las masculinidades tradicionales o hegemónicas, y la necesidad que tienen los hombres de crear un tejido afectivo en torno a la rabia, la frustración, el orgullo herido y la incertidumbre ante los cambios en las relaciones afectivo-sexuales.

Es importante comprender cómo las fallas (o faltas) en educación en igualdad y educación sexual, así como las dificultades en la adquisición de determinadas habilidades sociales limitan la forma de pensar, actuar y sentir de las y los jóvenes. Es por ello que merece prestar atención a la necesidad de facilitar anclajes vitales, espacios seguros y oportunidades de aprendizaje que les orienten a encontrar su ‘lugar en el mundo’, que les permitan desarrollar una identidad no sexista y que refuercen los valores prosociales como la igualdad de género, el respeto a la diversidad o la cooperación. Y, a la vez, que tales anclajes vitales, espacios seguros y oportunidades de aprendizaje no sean ajenos a su cultura y dinámicas actuales de socialización.

Una edición más, podemos decir, a tenor de las evaluaciones, que el Proyecto Ni cuentos con perdices ni novelas rosas sigue transformando la vida de las y los más jóvenes, facilitando herramientas educativas, de gestión emocional y autocuidado para crear relaciones igualitarias, libres y sin violencia. Sin duda, un impacto en el que participan los centros educativos, las familias y las instituciones, como la Consejería de Política Social, Familia e Igualdad, a través de la Dirección General de Mujer y Prevención de la Violencia de género.

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