En el año 2015, Rosa Peñalver Pérez (San Javier, 1954) se convirtió en la primera mujer en presidir la Asamblea Regional de Murcia. La política socialista rompía entonces un techo de cristal y sorprendía a la Cámara regional jurando su cargo de cara al público: “porque no quiero prometer de espaldas a la ciudadanía”. Aprovechando que la Legislatura llega a su fin, hablamos con ella sobre democracia, feminismo y el papel de las nuevas generaciones en el escenario político.
Muchas personas de tu generación vivieron la Constitución de 1978 como un hecho histórico donde triunfaba la libertad y la democracia. ¿Crees que las nuevas generaciones son conscientes de lo que implica? ¿O prima más bien una tendencia al desinterés y al desencanto ante un clima social donde cuestiones fundamentales para los jóvenes como el derecho al trabajo o la vivienda no se aplican de forma efectiva?
Los y las jóvenes de mi generación vivimos el Referéndum de la Constitución del 78 como un momento histórico y fuimos conscientes de ello. Sabíamos que estábamos votando “sí a la libertad”, “sí a la democracia”, “sí a la existencia de partidos políticos”, “sí a la España de las autonomías donde la gestión se hiciese lo más cercana posible a los ciudadanos”.
Creo que deberíamos dar a conocer nuestra Constitución a los jóvenes, reformarla si es necesario, porque posiblemente haya cuestiones que convenga adaptar, con el debido cuidado y la prudencia necesaria.
Para los jóvenes de hoy la Constitución es un hecho muy lejano, y creo que es un error esa concepción. Primero porque hace relativamente poco tiempo, y segundo porque lo que considerábamos una consolidación y garantía de los derechos, los deberes y las libertades, no es tal cosa. Nos hemos dado cuenta en estos últimos tiempos que las libertades y los derechos que recoge nuestra Constitución se pueden restringir o suprimir. Lamentablemente, se puede avanzar pero también retroceder.
Por tanto, creo que deberíamos dar a conocer nuestra Constitución a los jóvenes, reformarla si es necesario, porque posiblemente haya cuestiones que convenga adaptar, con el debido cuidado y la prudencia necesaria. No obstante, es fundamental que los y las jóvenes la conozcan para poder valorarla. Cuando la conozcan bien apreciarán los valores de la libertad, la democracia, la autonomía, el pluralismo, la inclusión… y tantos otros que recoge la Constitución del 78 y que nos han proporcionado el mayor estado de bienestar y progreso de la Historia de España, y se opondrán a que cualquier formación política intente restringirlos y harán suya la Carta Magna.
Hay que superar la limitada concepción actual de igualdad, que nos lleva a aplicar medidas desde las empresas y las instituciones orientadas a fomentar exclusivamente la conciliación de las mujeres extendiendo la idea de ‘superwoman todoterreno’
Alguna vez has comentado que la Constitución no tuvo ‘madre’ porque fueron siete hombres quienes la redactaron y la palabra ‘mujer’ solo aparece en dos ocasiones. Ahora que el feminismo llena las calles, ¿cómo podría la Constitución asumir en clave de género los cambios y desafíos del siglo XXI?
La Constitución, redactada por siete varones, y en la que la palabra “mujer” solo figura dos veces, con la mirada de hoy parece un texto hecho para los hombres. Las únicas dos ocasiones en las que aparece el término “mujer” son dignas de mención porque no se ajustan a la realidad actual. Una de ellas es para señalar que el matrimonio es entre hombre y mujer e impedir así el matrimonio homosexual, y la otra recoge que en la misma línea y grado se prefiere el varón a la mujer en la sucesión al trono de la Corona española, es decir para quitar a las mujeres el derecho al trono.
Estas dos referencias son un claro ejemplo de que la Constitución habría que reformarla con cuidado, tiempo, y consenso, pero tendrían que adaptarla conjuntamente diputados y diputadas y aportar la visión y experiencias femeninas y nuevos derechos para que todos y todas nos sintamos incluidos en esta norma. El texto debería recoger el concepto de igualdad en su sentido más amplio, no solo entre hombres y mujeres, si no en todas aquellas cuestiones en las que por las razones que sea los seres humanos sufran desigualdad, hay que incorporar los nuevos derechos, también llamados derechos subjetivos. En este aspecto, hay muchos temas que incluir en la Constitución y en los que las mujeres tenemos mucho que aportar.
¿Sigue siendo la conciliación uno de los huesos duros para afianzar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres? ¿Crees que se aplican de forma efectiva las medidas encaminadas a esta cuestión?
La conciliación es uno de los muchos retos que tenemos por delante para contribuir a la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Hay que superar la limitada concepción actual de igualdad, que nos lleva a aplicar medidas desde las empresas y las instituciones orientadas a fomentar exclusivamente la conciliación de las mujeres extendiendo la idea de ‘superwoman todoterreno’, que pueden con todo, y generando, sin embargo, una generación de mujeres estresadas por la imposibilidad de compatibilizar.
La conciliación es mucho más, conciliar es compatibilizar, compatibilizar sin estrés. El objetivo es el reparto equitativo de responsabilidades y tareas en el ámbito doméstico entre hombres y mujeres y de ese ámbito, del ámbito de lo privado, del cuidado y las tareas que conlleva han de responsabilizarse todos los miembros, no es sólo la mujer la que tiene que conciliar. Y a esto se aprende, los mayores, de mayores, y los niños, desde la infancia, viéndolo en su entorno y enseñándole desde la escuela.
Los cuidados recaen en su mayoría en las mujeres, con el consiguiente deterioro de la salud física y mental de las cuidadoras, y por supuesto su pobreza de mayores porque no han cotizado por ese trabajo de cuidadoras.
En un momento como el actual, con las elecciones a la vuelta de la esquina y teniendo en cuenta tu experiencia, ¿cuáles son las claves para el debate político?
En general, hay que poner sobre la mesa derechos fundamentales como un puesto de trabajo digno que permita vivir con autonomía a todas las personas en edad de trabajar, hombres y mujeres, lo que conlleva, a su vez, romper la brecha salarial para que no haya diferencias entre unos y otras.
En una sociedad como la nuestra que se considera del bienestar habría que tener en cuenta también el trabajo de los cuidados. El valor de los cuidados de menores, de personas mayores y dependientes, que no están valorados ni cuantificados. Los cuidados recaen en su mayoría en las mujeres, con el consiguiente deterioro de la salud física y mental de las cuidadoras, y por supuesto su pobreza de mayores porque no han cotizado por ese trabajo de cuidadoras. Este tema requiere abordarse ya. Esta responsabilidad debería repartirse entre todos y por supuesto hay que abordarlo desde lo público, tiene que ser el sistema público el encargado de garantizar los medios y la atención de calidad y necesaria para cada uno de los menores, mayores y personas dependientes.
Hemos de valorar la educación como una herramienta eficaz contra el fracaso personal y la exclusión social.
La atención sanitaria para todos y todas es uno de los ejes vertebradores de nuestra sociedad. No podemos permitir que se empobrezca lo público porque es garantía de prestaciones y servicios sanitarios de calidad para toda la población, tengan más o menos recursos económicos.
Creo que hay que abordar también una reforma integral del sistema educativo, que ha demostrado múltiples carencias. Como país necesitamos entrar en una educación del siglo XXI que sitúe a nuestros chicos y chicas con perspectiva de futuro para el resto de su vida, que les ofrezca los recursos formativos necesarios para enfrentarse al globalizado mercado laboral con garantías de éxito. Hemos de valorar la educación como una herramienta eficaz contra el fracaso personal y la exclusión social.
Y, por supuesto, la igualdad. Hay que ir más allá de las cuotas de participación femenina, que algunos partidos aún hoy están cuestionando, porque las mujeres no van a renunciar a su espacio. Hemos de construir una sociedad que reparta las responsabilidades de forma igualitaria, permitiendo a las mujeres desarrollar su carrera profesional en las mismas condiciones que sus compañeros y por supuesto sin renunciar a la maternidad aquellas que lo deseen porque sea un obstáculo en su trayectoria laboral, ambas cosas hemos de hacer que sean perfectamente compatibles.
Es cansado estar siempre reivindicando el protagonismo que nos corresponde porque es inherente al cargo, al que hemos demostrado que podemos acceder y desempeñar como cualquier hombre.
María Dolores de Cospedal, Inés Arrimadas, Elena Valenciano, Ada Colau o Manuela Carmena se han enfrentado a descalificaciones que hacen referencia a connotaciones sexuales, a su aspecto físico o son tratadas como si participaran en un ámbito, el público y político, que no debería ser el suyo. En tu caso, ¿te has enfrentado a estereotipos machistas o has vivido actitudes homofóbicas en tu carrera política?
En mi caso concreto, las descalificaciones no se han producido en mi presencia, por lo que desconozco si las ha habido o no. Sí me consta que alguien calculo que en tres meses me habrían recusado, pero no ha sido lo habitual. Lo que sí ha sido frecuente han sido las veces en que en una visita a algún lugar quien nos lo enseña dirige la explicación de lo que nos muestra al varón que te acompaña sin mirarte a la cara, como si yo no fuese la persona que ha recibido, o tener que sentarte de lado porque los políticos o altos cargos, – algunos de gran volumen-, que te flanquean a cada lado no te dejan espacio, y eso se llama ninguneo, en un caso, e invisibilidad, en el otro. En multitud de ocasiones me he sentido invisible, pero además los medios de comunicación también me han mencionado cientos de veces como “otras autoridades”, y siendo la segunda autoridad de la Región entiendo que se referían a mí, mientras que a los varones ponían nombre y apellido.
Es cansado estar siempre reivindicando el protagonismo que nos corresponde porque es inherente al cargo, al que hemos demostrado que podemos acceder y desempeñar como cualquier hombre, lo que queremos es visibilizar el espacio físicamente, que sirva de modelo y referente para otras mujeres, para chicos y chicas jóvenes. En mi toma de posesión se me negó el femenino. Ahora todo el mundo ve como la “presidenta” de la Asamblea Regional, y ese femenino se han convertido en un referente para los jóvenes de esta Región. Las capacidades no tienen sexo, solo talento, esfuerzo y muchas horas de trabajo detrás, eso es lo que queremos que nuestros jóvenes vean y aprendan.
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